Desde hace unos días los teledarios no dejan de informar a través de miles de imagenes sobre la problematica de las peñas de futbol radicales de España. Viendo las noticias he recordado una crónica que leí en mi época universitaria en el que el periodista norteamericano Bill Buford residente en Gran Bretaña se adentra en el mundo de los Hooligans (Vándalos).
"Entre los vándalos" de Bill Buford |
El
libro comienza en 1982, cuando el periodista norteamericano sube a un tren en Gales. El tren estaba
en manos de un gran grupo de aficionados al fútbol que habían
comenzado su metódica destrucción. Las fuerzas policiales fueron
incapaces de impedirlo. Antes de llegar a Londres, el tren quedó
fuera de servicio.
Sin
duda os animo a descubrir este libro y a viajar por Gales,
Manchester, Turín, Sunderland, Bury ST. Edmunds, Cambridge, Fulham,
Düsseldorf y Cerdeña acompañando a Bill Buford en los ocho años
que vivió entre los vándalos.
Buford
jamás había presenciado una conducta parecida entre los aficionados
al fútbol. Nunca había visto a un hooligan, a un vándalo. ¿Había
alguien que realmente tuviese conciencia de lo que sucedía todos los
sábados en todos los rincones del país? ¿Por qué no se había
parado nadie a escribir en serio acerca de ellos?
Durante
ocho años, entre 1982 y 1990, los años de las revueltas en los
ferrys que cruzaban el Canal de la Mancha, de las reyertas en la
calle, en los alrededores de los campos de fútbol, de las tragedias
de Heysel y de Hillsborough, de la violencia desatada en el Mundial
de Italia de 1990, Buford viajó con los hinchas.
Viajó
con ellos por Gran Bretaña, Italia, Turquía, Grecia y Alemania.
Asistió a reuniones del National Front y fue testigo del saqueo de
un pub. Vio apuñalamientos, escenas de violencia extrema, en uno de
los casos, por ejemplo, la violencia solo pudo detenerse con la
llegada de un tanque del ejército. Conoció a personas con apodos
como Pete Parafina, Sammy el Caliente o Cabeza de Piedra.
Se
hizo amigo de muchos hooligans, muchos de los cuales habían estado o
estuvieron luego en la cárcel. Carteristas, tironeros, atracadores,
traficantes de cocaína, comerciantes de dinero falsificado e incluso
conoció a uno que le arrancó a un policía el ojo de un mordisco.
A
lo largo de las páginas acompañamos a Buford en su internamiento en
el mundo de los hooligans. Bebe con ellos en los pubs, viaja con
ellos en trenes, autobuses y aviones, siempre de gorra, gratis, sin
pagar y, por si fuera poco, por el camino roban todo lo que pueden.
Algunos son casi niños, jóvenes, adolescentes, pero muchos tienen
entre 30 y 40 años.
No
todos son gente de clase baja, sin estudios, sin trabajo, que no
tienen otra cosa que hacer que ir al fútbol y dar rienda suelta a su
violencia. Para sorpresa del autor y del lector, muchos tienen
estudios, trabajos, incluso negocios propios. Muchos, especialmente
los líderes, los cabecillas, tienen dinero, mucho dinero. Entre
semana son personas normales, corrientes, respetables. Pero al llegar
el sábado se transforman, casi como un esquizofrénico.
¿Qué
lleva a una persona a desatar su ira, su odio, una violencia salvaje,
extrema, inhumana contra los comercios, el mobiliario urbano, los
edificios, los coches y, cómo no, contra los hinchas de otros
equipos y la policía? ¿Qué buscan, qué quieren demostrar y a
quién? ¿Cuál es su objetivo? ¿Qué defienden, qué les impulsa a
comportarse así?
Defienden
los colores de su equipo o de su selección, son nacionalistas y
odian con toda su alma a todo aquel que no sea igual que ellos. Eso
es lo único que tienen en común. Entonces, ¿qué hace que un grupo
de individuos se convierta en un grupo, en una masa, en una
muchedumbre? ¿Qué provoca ese momento, ese chispazo, ese instante
en el que, sin que nadie sepa por qué, todo comienza, estalla, se
desencadena la batalla campal, el enfrentamiento, la violencia?
¿Qué
se siente cuando se forma parte de una muchedumbre violenta dispuesta
a todo, sin ningún tipo de límite? ¿Miedo, incertidumbre, valor,
poder, alegría, euforia? ¿Hasta qué punto las persecuciones, las
batallas campales, los enfrentamientos, los navajazos, el vandalismo,
la violencia surgen espontáneamente o están planeados previamente?
En
este libro, con un estilo sencillo, cercano, directo y ágil Bill
Buford se plantea estas y muchas otras cuestiones e intenta encontrar
las respuestas desde dentro, conociendo, hablando y conviviendo con
muchos hooligans a lo largo de ocho años. Entre los
vándalos es una obra que gusta
aunque no se sea aficionado al fútbol. Porque nos presenta la
violencia como algo desconocido y ajeno al principio pero que
conforme avanzamos en la lectura, al mismo tiempo que el autor, nos
sentimos atraídos por ella.
Es
una obra convincente e inteligente porque el autor se implica al cien
por cien. Hasta las últimas consecuencias. Sin miedo. Hasta que ya
no puede más. Hasta que su cuerpo y sobre todo su mente no son
capaces de soportar seguir rodeado de alcohol, de droga, de tatuajes,
de obesidad, de cánticos, de violencia, de salvajismo, de odio.
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